La traslación de poderes en Chiapas, y su impacto en la vida de las mujeres chiapanecas

 

 



La traslación de poderes en Chiapas, y su impacto en la vida de las mujeres chiapanecas


Por Karina Domínguez Domínguez y Dulce Viviana Flecha Gutiérrez

 


Muchas son las versiones que rondan respecto al hecho histórico que constituyó la traslación de poderes de San Cristóbal de Las Casas a Tuxtla Gutiérrez en 1892, por decreto de Emilio Rabasa, gobernador constitucional del estado desde 1891. Sin embargo, la explicación más plausible tiene que ver con las estrategias de expansión económica y territorial que Porfirio Díaz basó en el capital extranjero para dar impulso al crecimiento del mercado interno, “a través de un plan para poner en marcha un experimento político y económico que permitiría controlar los destinos de una región estratégica como Chiapas, no ha mucho anexada a México, y que por su situación de frontera precisaba de rigurosa integración al Estado Mexicano” (Esponda Jimeno, 2006).

            Grandes han sido los desencuentros, las controversias y los análisis que han sobrevenido a este acontecimiento histórico a lo largo de los 128 años que lleva Tuxtla Gutiérrez como capital del estado. Sin embargo, poco se ha discutido sobre los beneficios que esta decisión político-económica trajo a las mujeres chiapanecas; y principalmente a las mujeres tuxtlecas.

La incursión del estado a las políticas porfiristas, es decir, al afán modernizador y económico fue tardío en comparación con la mayoría de los estados, inició en 1891 con el arribo de Emilio Rabasa como gobernador. Desde el comienzo de su mandato actuó contra las élites regionales que ponderaban un sentido ideológico de carácter político-religioso; en contraposición con el talante económico-geográfico de los liberales porfiristas, al asumir que estos antiguos aspectos dilataban el comercio y la comunicación con la capital de la república. Las nuevas disposiciones provocaron la centralización del poder político, así como la apertura de redes de comunicación para conectar a Chiapas con el centro, convirtiendo a “Tuxtla Gutiérrez en el centro del poder político y en la cuna de los intelectuales liberales chiapanecos” (Jiménez Domínguez, 2011:31-32)

Con el establecimiento de una nueva capital, el destino del estado se vio transformado con el crecimiento de las redes de comunicaciones, la construcción de caminos y escuelas a partir de la reforma fiscal que estableció Rabasa, la cual generó una mayor afluencia económica para su desarrollo; así como el impulso al café y el ganado; pero también, el acercamiento intelectual que devino entre Chiapas y la capital del país, pues los viajes eran mucho más fáciles de realizar, así como la transportación de artículos, entre ellos los libros. Gracias al ferrocarril, el telégrafo y las líneas telefónicas, comenzó a existir mayor relación entre el estado y el resto del país. Este avance, también se observó en otro factor cultural como la prensa, ya que el número de publicaciones aumentó, contribuyendo al acercamiento entre los diarios locales y capitalinos, dejando atrás las viejas prácticas del canje de periódicos.

Asimismo, durante estos años se crearon un centenar de escuelas primaras que fueron decretadas por una ley que obligaba a los terratenientes a mantener escuelas de nivel básico para los hijos de sus trabajadores; se creó la Escuela Industrial Militar que era exclusiva para varones; pero principalmente se abrió un Colegio de Estudios Superiores para Señoritas. Estos números cambios, ocasionaron que durante gestiones porfiristas posteriores, como la de Francisco León, se fundará la Escuela de Artes y Oficios del Estado, la cual posteriormente se convirtió en la Escuela Normal de Profesores, plantel que años más tarde, durante el gobierno de Rafael Pimentel, marcaría la pauta para la creación de su homónimo en 1902: La Normal para Profesoras.

Las reformas económicas, educativas y culturales que devinieron de la traslación de poderes durante en porfiriato en Chiapas, propició la incursión de las mujeres chiapanecas al ambiente laboral, cultural y político estatal. Este hecho histórico evidencia que los cambios sociales que se suscitaron en torno a la vida estatal, alteraron paulatinamente las estructuras bajo las que vivían las mujeres chiapanecas, pues las reformas políticas e ideológicas que el gobierno concedió a la educación femenina fueron suficientes para las mujeres pertenecientes a la clase media y alta que comenzaron a recibir una educación de talante liberal, comenzaran a integrarse a ciertas actividades que antes les estaban vedadas.

            Los cambios que se generaron a partir del porfiriato propiciaron que la prensa y la sociedad modificaran sus ideas respecto a las mujeres. Es en este periodo cuando inicia la participación intelectual femenina al publicar su trabajo poético y epistolar en la prensa estatal. Su incursión a la vida pública del estado va desde su participación por primera vez en los periódicos estatales; la organización de la vida cultural de las mujeres a través de la Sociedad Artística Agustín Rivera y San Román, la cual fue exclusivamente de participación femenina; hasta el establecimiento asociaciones de caridad, conformada por mujeres, llamada San Vicente de Paul, cuyas funciones consistían en proveer de ropa, comida y cobertores a presos y personas sin casa que vivían en la calle. Y aunque la participación de las mujeres en la sociedad si bien dejó evidencia, no trascendió los valores socialmente aceptados durante este periodo.

Por lo tanto, las mujeres clasemedieras fueron uno de los sectores más beneficiados respecto a la educación que se les impartió posterior a este acontecimiento histórico, incluso mucho más que las mujeres de clase alta, porque se vieron en la necesidad de educarse para trabajar y seguir la ideología en boga que el gobierno rabasista estableció; y que continuaron los gobernadores sucesores a él. Gracias a las reformas políticas y educativas que vivió el estado durante el porfiriato, muchas mujeres chiapanecas pudieron recibir y acrecentar su educación, permitiéndoles abrirse campo en las disciplinas y actividades que anteriormente eran exclusivamente masculinas.

            Ahora bien, evidentemente ninguna de esas acciones provocó críticas descalificadoras, pues no salían del marco moral que se les inculcaban a las mujeres, pero iniciaron un proceso constructivo en la conciencia femenina principalmente de las mujeres tuxtlecas. En ese aspecto, fueron pioneras de las transformaciones en Chiapas, ya que años después, en 1925, se reconocería el voto femenino en el Estado, demostrando que su participación, e incursión en movimientos de mujeres ocurrió tempranamente. El sistema porfirista en Chiapas, y con ello, la traslación de poderes, fue un fenómeno social que cambió diversos aspectos de la vida cotidiana, entre ellos: las artes, la música, la literatura, la moda, las costumbres y la educación, pues a través de la implementación de la corriente positivista se impulsaron actividades orientadas a consolidar la ciencia, el progreso y la modernidad. Sin embargo, excluyó todo lo que transgredía al sistema, como las mujeres de clase baja, que no recibieron ningún tipo de educación, debido a su situación económica que no les permitía educarse, ya que para sostenerse la mayoría de ellas trabajaban de jornaleras u obreras desde muy niñas, pero tomando en cuenta que en el estado no existían fábricas, podemos asegurar que la mayoría de las mujeres pobres trabajaban en el campo o de servidumbre, padeciendo las mismas carencias que las privaban desde mucho antes que iniciara la modernización en la entidad.

Abordar la historia de las mujeres significa que debemos alejarnos de las ideas generalizadoras que reducen sus aportes; o bien, como si los sucesos históricos se construyesen sólo de acciones masculinas que afectaran la cotidianidad de los varones. Las mujeres hemos estado inmersas en cada periodo histórico; y especialmente un hecho aparentemente inocuo o intrascendente para la historia de las mujeres, como la traslación de poderes en Chiapas en el siglo XIX, nos demuestra que no existen aspectos de la vida cotidiana de las mujeres que no sean factibles de transformación.

 

REFERENCIAS 

Benjamín, Thomas Louis. (1990). El camino a Leviatán. CONACULTA. México.

Domínguez Domínguez Karina. (2007). Literatura femenina en Chiapas durante el porfiriato (1876-1910). Tesis de Licenciatura. UNACH

Flecha Gutiérrez, Dulce Viviana. (2018). Participación de las mujeres en la prensa chiapaneca en el período 1882-1911. Tesis de Maestría. UNACH.


 Gutiérrez Cruz, Sergio Nicolás. (2004). Chiapas Histórico: De la Independencia a la Revolución (1821- 1920). Colección Lecturas para entender a Chiapas. SEP-Chiapas, México.

Jiménez Domínguez, Olga Tatiana. (2011). La violencia doméstica en Chiapas. Disursos periodísticos y legales en época de cambios 1930-1940. CONECULTA.

Martínez Mendoza, Sarelly. (2004). La Prensa Maniatada: El periodismo en Chiapas de 1827 a 1958, SEP-Chiapas. México.


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